lunes, 10 de diciembre de 2007

REPRESENTACIONES RACIALES E IDENTIDAD REGIONAL : EL CASO DE SANTANDER DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

Adaulfo Enrique Mendoza M.
Universidad Autónoma de Bucaramanga
Colombia
1. PRELIMINARES

1.1. RESUMEN

En la zona nororiental del país, específicamente en el actual Dpto. de Santander, se han difundido desde el siglo XIX unas ideas asociadas a imaginarios raciales, llamados hoy en día como “Santandereanidad”, a pesar que ha sido elaborado de espaldas al reconocimiento de la pluralidad y en contra de grupos étnicos presentes aun esta unidad político-administrativa, llama la atención su permanencia no solo en la elite política, si no también en la memoria colectiva. Este articulo presenta “La santandereanidad” como una representación racial elaborada por personajes vinculados al partido liberal. Detalla los elementos centrales y el contexto sociopolítico en que Manuel Ancizar y José Maria Samper a mediados del siglo XIX manifestaron por escrito sus percepciones sobre los grupos étnicos presentes en esta región del nororiente del país, en dos obras claves: Peregrinación de Alpha de Manuel Ancizar y Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las Republicas Colombianas, de José Maria Samper, obras que ocupan un sitio importante en el mundo de la literatura política nacional. Estas obras fueron escritas en periodos históricos muy cercanos, en parte por ello, no presentan diferencias significativas, por el contrario en ellas es posible encontrar una gran cantidad de similitudes, especialmente cuando se refieren al mestizaje o a los grupos étnicos que en la actualidad constituyen la mayoría de la población colombiana y que además son un porcentaje altamente significativo de la santandereana; de tal manera que su análisis es una aproximación directa a las ideas que algunos miembros de la elite ha esgrimido en los proyectos políticos que se han planteado para precisar la identidad nacional. Estos proyectos como se desarrollará a continuación han adoptado por la singularización, en un país formado por regiones que desde el punto de vista humano invitan al reconocimiento de la pluralidad étnica y cultural.

1.2. PALABRAS CLAVES

Estado-Nación en Colombia, Representaciones Regionales, Santandereanidad, Manuel Ancizar, José Maria Samper.

1.3. ABSTRACT

This document present to the “Santanderanidad” like a politic representation, concept built by very important people of Colombian liberal party. This document shows the central elements and social political contexts where Manuel Ancizar y Jose Maria Samper, in the middle of XIX century related about the human groups of Santander. Their publications ( “Peregrination of Alpha” by Manuel Ancizar, and “Essay about the political revolutions and the social condition of Colombian Republic” by Jose Maria. Samper) are classical in the political literature of the Colombian nation. They were written in the same period, for that reason it is possible to find big similitudes, especially in themes like “mestizaje” or ethnic groups existents in Santander.

1.4. KEY WORDS

State – Nation in Colombia, regional representations, santandereanidad, political literature of Colombia. Manuel Ancizar, José Maria Samper.

1.5. RESEÑA DEL AUTOR

Candidato a Magíster en Historia de la UIS, Especialista en Educación y Desarrollo Intelectual UNAB-FIPCAM, Historiador UIS. Actualmente se desempeña como docente del Dpto. de Estudios Sociohumanisticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga y participa de un proyecto de investigación que tiene como propósito principal identificar y analizar las representaciones sobre ciudadanía en estudiantes universitarios. Ha participado de asesorias para entidades públicas y privadas en asuntos relacionados con el mejoramiento de la calidad de la educación y la formación ciudadana.

1.6. CORREO ELECTRÓNICO
amendoza@unab.edu.co


2. INTRODUCCIÓN

Según Margarita Serje, para la historiográfia sobre la formación del Estado-Nación en América Latina ha pasado desapercibido el hecho de que en el proceso de inventar estas nuevas naciones, lo que se llevó a cabo por parte de varios grupos políticos fue inscribir en las imágenes de la geografía tropical una serie de nociones cosmopolitas sobre la historia y la cultura. De esta manera sectores significativos de las elites republicanas retomaron, sistematizaron y validaron con argumentos pseudo científicos las nociones que los colonizadores usaron para justificar su dominio sobre el Nuevo Mundo[1]. El concepto de raza apareció de manera reiterada al de identidad, por lo tanto la presente ponencia se propone analizar la existencia de dichas nociones en la representación política construida sobre los habitantes de la zona nororiental de Colombia durante la segunda mitad del siglo XIX, buscando mostrar como los elementos sobre los que se elaboró dicha representación obedeció a tendencias cosmopolitas. Esta ponencia es producto del análisis critico de discursos escritos por Manuel Ancizar y José Maria Samper y de la revisión de los supuestos metodológico-[2]conceptuales usados por ellos para construir este tipo de representaciones[3]. Esta nueva mirada se alimenta de perspectivas culturales y de un enfoque retrospectivo, habida cuenta que desde el presente existen nuevas realidades que invitan a actualizar o al menos a replantear las formas en que los habitantes del nororiente de Colombia y particularmente los del actual Departamento de Santander han sido representados, lo cual implica por supuesto reconocer de manera crítica las raíces ideológicas que han dado origen y han incidido en la permanencia de este tipo de construcciones intelectuales. La mirada retrospectiva que se pretende realizar surge en un nuevo escenario, el cual está orientado hacia el reconocimiento del pluralismo cultural como fundamento de la identidad nacional. Esta nueva mirada implica una valoración de las manifestaciones culturales, tradicionalmente consideradas como marginales, en tanto han sido creaciones humanas que han transmito formas particulares de sentir y percibir el mundo, lo cual explica la importancia de configurar representaciones de nación teniendo en cuenta las construcciones y los valores culturales de los grupos humanos que hagan parte de ese proyecto.


3. RAZA E IDENTIDAD EN LOS DISCURSOS DE LA ELITE REPUBLICANA DURANTE EL SIGLO XIX

Al analizar la génesis del sistema republicano nacional, Konning,[4] se refiere a la Gran Colombia como una “nación artificial”. Para este autor desde su fundación el proceso de formación del Estado-Nación en lo que ahora llamamos Colombia se inicio con unidades administrativas relativamente autónomas, las cuales debido a que habían logrado su independencia por cuenta propia, carecían de “un espíritu nacional” que les permitiera sentirse parte de una comunidad política más amplia, es decir a la nación. Esta concepto era entendido como factor generador de cohesión en la medida en que garantizaba la adhesión de los pobladores de estas unidades administrativas a una nueva entidad política. Según Konning la necesidad de generar una “conciencia nacional”, pretendió superar la insularidad impuesta por el espacio geográfico y los procesos socioculturales que se dieron en los tres países antes de la independencia. Llama la atención el hecho de que a partir de la Gran Colombia prácticamente todas las aspiraciones políticas buscaran construir y afianzar una asociación política capaz de integrar a los habitantes y de superar los afectos por los espacios locales en los que las personas estaban inmersos. La noción de ciudadano, de acuerdo con los estudiosos de este periodo debía cumplir este propósito. Sin embargo el proceso no logró tal integración, en parte por el gran peso de las convenciones sociales difundidas y adoptadas durante la Colonia, las cuales definieron el valor de la persona de acuerdo con las condiciones de su nacimiento, la ascendencia y la peculiaridad la anímico corporal, factores asociados al ámbito racial.

Precisamente el tema central de esta sección de la ponencia es mostrar como a mediados del siglo XIX miembros de la elite republicana nacional usaron y adoptaron criterios eurocentricos para definir la noción de raza. El análisis parte de los juicios valorativos enunciados por Manuel Ancizar y José Maria Samper para caracterizar a los habitantes de la zona centro-oriental del país, específicamente al área jurídico política denominada en la actualidad como Departamento de Santander. Lejos de sujetar estas reflexiones a una definición de carácter conceptual, a continuación se argumentará que la noción de raza vigente para la época replicó de manera fiel criterios de carácter eurocenterico basados en factores climáticos, biológicos y socioculturales.

3.1. Raza y clima

En relación con el clima llama la atención como personajes sobresalientes de la naciente elite criolla como Francisco José de Caldas en 1808 con su obra “Del influjo del clima sobre los seres organizados” hace eco de las ideas de Montesquieu desarrolladas en el “El espíritu de las leyes” según las cuales el carácter del alma y las pasiones del corazón varían de acuerdo con el clima. Según el autor mencionado el aire frío facilita el retorno de la sangre de las extremidades al corazón propicia un mayor vigor físico y anímico, lo cual explicaría por que las personas en este medio se caracterizan por una mayor “confianza en si mismos, es decir mas valentía; mayor consciencia de la propia superioridad (...) más franqueza, menos sospechas, menos política y menos astucias. Finalmente ello debe dar origen a caracteres muy diferentes”[5]. En relación con el tópico que nos ocupa debemos recordar que esta idea tenia tanta acogida que Humboldt, una vez terminada la re-exploración del nuevo continente manifestó que “el carácter de la naturaleza en una región dada, reside en la belleza absoluta de sus formas (...) y de manera más general, busca determinar como la parte respectiva a las formas vegetales se traduce en el paisaje y de esa forma marca su impronta en los grupos humanos que lo habitan”[6]. Al revisar los textos de Manuel Ancizar y José Maria Samper se encuentran alusiones a este tipo de criterios; como ejemplo de lo anterior tenemos en Manuel Ancizar la tendencia a asociar el clima frío con cualidades positivas de los sitios visitados, tal como se muestra a continuación:

Cuadro I: Atributos de los grupos étnicos ubicados en zonas de clima frío (18° a 20°)
Lugar
Descripción Geo-Climática
Atributos de los habitantes
Puente Nacional
“De suave clima”.
Hábitos laboriosos.
La mayor parte de sus moradores son propietarios.
Valle de Jesús
Climas variados en cortos espacios, con temperatura promedio de 19°.
Población “industriosa”, con sentimientos de independencia.
Todos son propietarios, “ninguno indigente”.
Habitantes de índole honrada.
Zapatoca
“De clima sano, como lo testifican la larga vida de los viejos, su robustez y elevada estatura”
Temperatura promedio 19° a 20°.
Pueblo afortunado y tranquilo.
Vecinos “bien aposentados en casas de teja ventiladas y limpias.
Los hombres pasan la semana en las estancias cuidando y mejorando sus labranzas o andan en viajes de comercio.
Las mujeres viven encerradas en sus casas tejiendo sombreros de nacuma, en cuya industria son muy hábiles.
Betulia
Con 18° de temperatura (...) cuenta con aires puros y clima sano.
La población es blanca y vigorosa, consagrada a las tareas agrícolas.
La población es atenta con los forasteros.
San Gil
Clima sano, con una temperatura promedio de 19°
Sus habitantes llevan impresos en sus mejillas el colorido europeo, y los robustos y aventajados cuerpos manifiestan la salud de que gozan.
Cuadro elaborado a partir de los comentarios de Manuel Ancizar en Peregrinación de Alpha.Tomo I.


Cuadro II: Atributos de los grupos étnicos ubicados en zonas de clima caliente
Lugar
Descripción Geo-Climática
Atributos de los habitantes
Girón
Clima caliente, en algunos lugares es malsano.
Son litigiosos y temistas unos con otros
Siempre están compitiendo con discordias.
No han podido sacarlo de la inercia que lo mata desde hace más de dos siglos.
Cercenan su patrimonio pensando en el hoy,no en el mañana.
Dormidos en las ideas y recuerdos estériles del pasado, caminan insensiblemente hacia la nada.
Riberas del Magdalena
Zona de planicies pantanosas y vegas cenagosas.

Zona de fiebres reinantes.
Las condiciones climáticas y del suelo “ahuyentan de el al hombre blanco, cuya raza parece proscrita de esas regiones”.

Cuadro elaborado a partir de los comentarios de Manuel Ancizar en Peregrinación de Alpha.Tomo I.

Los cuadros realizados muestran básicamente como los atributos se van tornando en negativos en la medida en que disminuye la altitud y como consecuencia de ello, aumenta la temperatura. Los atributos seleccionados son un indicador de las ideas y valores aceptados socialmente y reflejan el procedimiento metodológico a partir del cual se llegaban a este tipo de conclusiones. Aunque es evidente que las observaciones son para la época, producto de un trabajo riguroso y sistemático; se nota sin embargo que la debilidad no esta tanto en los hechos observados, si no en la forma de interpretarlos, ya que una de las características sobresalientes en este tipo de trabajos es que se pasa muy rápido de las premisas a las conclusiones. El observador, mira el mundo pero para corroborar su esquema mental, aspecto que lo lleva a prescindir de explicaciones y a no tener en cuenta procesos estructurales. Bajo este tipo de consideraciones José Maria Samper, desarrollará su obra literaria.

3.2. Raza y fisonomía

La fisonomía como aspecto exterior de las personas fue una de las categorías que desde la colonia fue usada para establecer diferencias entre los grupos sociales. Lo negro, indio o lo blanco tenían connotaciones que manifestaban características que de alguna manera determinaban el destino individual o colectivo, ya que nacer dentro de una raza implicaba asumir un trato social y unas consideraciones que nunca se alteraban.

En relación con la fisonomía, en Europa durante el siglo XVIII, ya era común asociar por ejemplo las características físicas con las facultades intelectuales. Franz Joseph Gall (1758-1828) insistió en que algunas funciones afectivas estaban asociadas a la forma del cráneo y John Caspar Lavater (1741-1801) hizo estudios para mostrar como la capacidad mental se podía medir a partir de los rasgos faciales. Este tipo de criterios se pueden rastrear a través de Andrés Maria Pardo Programa para la enseñanza de la fisiología en Colombia (1844) en donde se muestra partidario de las ideas de Gall. Manuel Ancizar y José Maria Samper al menos desde las valoraciones que hicieron mostraron una gran adhesión a ese tipo de criterios.

En Ancizar es notoria su recurrencia a este tipo de valoraciones, cuando en su Peregrinación de Alpha relata la impresión que le generó observar a un indígena bajar a ofrecer sus productos en un día típico de mercado:

“Desde el alba comienzan a llegar los campesinos, unos arriando sus bueyes enjalmados y cargados de comestibles y otros cargando ellos mismos con fardos que traen a espaldas. Las dos cuestas donde desembocan los dos caminos que van a los distritos (...) se cubren de hombres, mujeres, muchachos y bueyes conductores de los variados frutos (...) o de jaulas y sartas de aves domesticas, o de marranas acompañadas de su numerosa prole, cada animal con su cabestro, yendo a parar los cabos juntos a la mano izquierda del propietario, quien blandiendo en la derecha una rama, obliga a marchar por delante y en buen orden las futuras victimas, exactamente como pintan a Apolo rigiendo los caballos del sol; salvo que los gruñidores cerdos no siempre se muestran dóciles al cabestro y que el representante de Apolo nada tiene de bello y si mucho de indígenas”[7]

De la misma manera se expresará Samper[8] al referirse a este grupo étnico, a los cuales cataloga como:

Semi-salvajes
Raza primitiva
De mirada estúpida

A los zambos por provenir de los negros e indígenas los define, como:

· Inferiores
· Degradados
· Semejantes a una raza de animales en cuyas formas y facultades la humanidad tiene repugnancia en encontrar su imagen o una parte de su ser.

Mientras que a los blancos los asocia con:

La belleza
La esbeltez
El vigor
La robustez

La generalización ensayada aquí de extraer conclusiones morales de cualidades físicas refleja las razones de Samper para excluir a todos los grupos no blancos del proyecto nacional. El hecho de que solo se hubiese convocado a los blancos se explica en parte por que estos eran los portadores de la civilización, sus atributos garantizaban para esta generación la tan anhelada, pero excluyente, felicidad y prosperidad. Esas son precisamente las ideas que se desarrollan a continuación.

4. EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD A TRAVES DE LAS REPRESENTACIONES REGIONALES: EL CASO DE LA SANTANDEREANIDAD

El origen textual[9] de este imaginario se puede ubicar en 1861, en la obra de José María Samper titulada “Ensayo sobre las Revoluciones Políticas”, texto que presenta los ejes fundamentales de esta representación de manera precisa y ordenada. Es posible que autores anteriores hayan planteado aspectos parciales de este imaginario, pero es innegable la correlación que existe entre José María Samper y Luís López de Mesa, con todos los autores que después de ellos escribieron sobre el tema, sobre todo en reconocer como atributos fundamentales de la personalidad del santandereano los siguientes rasgos:

Individualismo: El santandereano es visto como un ser que siempre tiende a pensar y obrar de manera independiente. Este rasgo lo destaca Tomás Vargas Osorio cuando reconoce metafóricamente que el santandereano al igual que el pajarillo “se mantiene en el aire [...] sin tener que ver con nadie” [10].José María Samper, al igual que otros autores consultados reconocen que este tipo de rasgo se debe al aislamiento geográfico en el que se han desarrollado prácticamente todas las subregiones del departamento.

Temperamento estoico: De manera genérica este atributo pretende definir al santandereano a partir de unas disposiciones innatas o adquiridas socialmente que determinan su identidad. Los diversos imaginarios que han surgido en el país han configurado la existencia de unos modelos culturales según los cuales el antioqueño es emprendedor y astuto, el pastuso es visto como un ser bonachón y despistado y a su vez el bogotano es representado como aprovechado y aparentador; el santandereano será el prototipo del ser que opta siempre por el deber. Juan de Dios Arias lo resume de la siguiente manera:

“El alma santandereana se encierra en la expresión... ¡Toca…!. Con esta expresión quiere decir: ¡Hay que hacerlo! ¡No hay más remedio! El santandereano es un ser decidido y fatalista [...] No hace cálculos, no saca disculpas. Acepta todas las situaciones. Bajo un frecuente aire de bohemia es un estoico”[11].

Esta forma de ser del santandereano pretende explicar el beligerante papel de personajes de Santander en la historia colombiana o su espíritu emprendedor. Luís López de Mesa recordaría luego que los primeros guerrilleros colombianos se dieron a conocer en tierras santandereanas, refiriéndose a Juan Rodríguez y a Pedro Chacón de Luna quienes se insubordinaron en 1560 en la Provincia de Vélez y José María Samper elogia la disposición del socorrano para buscar la prosperidad aun en medio de las mas grandes dificultades geográficas. La imagen del santandereano como un ser arrojado y aguerrido ha sido reforzada con el “Movimiento Comunero” y la participación de Santander en prácticamente todas las guerras civiles que se desarrollaron en el territorio colombiano durante los siglos XIX y XX.

Laborioso y austero: dos características que sintetizan la idea según la cual los habitantes de Santander para mantener su autarquía e independencia son muy disciplinados en el trabajo y simulando a la hormiga ahorran en tiempos de abundancia para resistir las épocas de escasez.

Estas características repetidas a través del tiempo se han constituido en lugares comunes y de alguna manera se han convertido en un estereotipo del santandereano en el ámbito nacional, ya que han desconocido precisamente los contextos en los que han surgido estos atributos. Es importante describirlos en tanto llevan implícitos una carga cultural que se remonta a los orígenes culturales de la civilización occidental.

5. GENESIS INTELECTUAL DE LA REPRESENTACIÓN

Al mirar la época y el contexto social en que fueron escritas las obras de Manuel Ancizar y José María Samper, se debe tener en cuenta que corresponden a periodos de dominio Liberal, que sus autores comulgaban con la filosofía de este partido político y que en los libros que escribieron reflejaron una aspiración del Liberalismo colombiano durante el siglo XIX, tal como se desarrollará más adelante. Resulta llamativo el hecho de que esta representación sea una creación de personajes vinculados con el mundo político. Para la elaboración de este articulo se consultaron documentos que ratifican la idea según la cual la santandereanidad como representación social es una construcción de personas provenientes del Derecho o las Letras[12], ya que el predominio de estos saberes fue algo característico del país durante el siglo XIX y la primera mitad del XX; en Colombia, la explicación de los fenómenos sociales de manera científica y especializada ha sido un proceso tardío que se inició durante la segunda mitad del siglo XX.

5.1. MANUEL ANCIZAR Y JOSÉ MARÍA SAMPER : FEDERALIZAR PARA CIVILIZAR

Al mirar los contextos que han configurado la santandereanidad como construcción intelectual de miembros de la elite liberal es importante recordar que esta elaboración se desarrolla durante el proceso de configuración del Estado-Nación, lo cual hace evidente el interés político de sus autores. Esto es muy claro en el caso de José María Samper.

Siempre se ha dicho que el liberalismo de mediados del siglo XIX adoptó la idea de que la legitimidad del Estado-Nación debe ser producto del reconocimiento de las identidades regionales y locales, en el hombre típico de cada provincia, en sus costumbres y en su medio natural. En la literatura política del siglo XIX los liberales aparecen como partidarios de definir el carácter de la nación a partir de las particularidades de las regiones que la constituyen. Mientras que los conservadores han sido retratados como una colectividad que ha evitado los elementos dispersos de la nacionalidad, concentrando su proyecto histórico en darle continuidad a los elementos legados por los conquistadores peninsulares, es decir al idioma español, la religión católica y la cultura latina. Los miembros de esta colectividad han sido mostrados como personas melancólicas y nostálgicas ante los hechos históricos que propiciaron la separación de la “madre patria”, posición expresada con gran sutileza por Enrique Serrano en su obra “La marca de España” al colocar en boca de uno de sus personajes unas palabras que reflejan la manera de pensar de cualquier criollo conservador, partidario de mantener los vínculos políticos con la corona y por ende enemigo declarado de la oportunidad de desarrollar el proyecto de nación implícito en la independencia de las antiguas colonias: “No nos queda otro camino que el de la República, que nos condena a luchar eternamente entre nosotros. Bienvenida sea pues la libertad, pero ojala no dure mucho. Yo, francamente, prefiero al Rey de España, y espero en Dios que la resignación no me mate cuando tenga que izar otras banderas, distintas a las suyas”[13]. En oposición a esta forma de asumir la independencia de las jóvenes republicas, un sector significativo de los reformadores liberales de mitad del siglo, según Olga Restrepo pretendieron romper con el pasado colonial, buscando nuevas perspectivas y fundamentos de la nacionalidad. La intención de estos planteamientos fue en primer lugar penetrar la constitución espiritual del neogranadino, con la intención de implementar el federalismo, el cual en ese momento buscaba romper con la veneración que habían mostrado los sectores conservadores hacia el modelo cultural hispánico. En este contexto es posible ver en e un sector del liberalismo decimonónico una posición favorable a la construcción de una nación tomando como punto de partida nuestra diversidad étnica, natural y cultural. Ese sector está representado por los inspiradores de la comisión corográfica, iniciativa político-cultural que asumió como propósitos esenciales: “indagar por el hombre, tanto como por el medio ambiente físico: conocer sus diferentes costumbres, las variadas manifestaciones de su religiosidad, las características singulares del habla popular, las formas peculiares de articulación con la organización política, las relaciones económicas y los modos de integración social. La indagación social de la Comisión, así concebida, debería servir para la legitimación del nuevo orden. Para el liberal romántico, la identidad nacional no se fundaba en la tradición española ni en la religión católica, sino en lo típico de la provincia, en las costumbres del aldeano y en el paisaje, como se percibían desde el centro. Así, el carácter nacional no se definía por lo más general, común con lo español, sino por lo específico, por el detalle de la región”[14].
Lo anterior explica en parte las ideas de algunos de los miembros de la Comisión Corográfica, pero no las de José María Samper, ya que su valoración de los tipos regionales más sobresalientes de la nación tenían otras raíces y por ende otra lógica. Samper vio en el federalismo la posibilidad de solucionar las tensiones que dificultaban la modernización del país, esto significaba que este modelo de administración territorial podía mediar entre los intereses del Estado central y los intereses de los particulares. De alguna manera su búsqueda estaba encaminada a asegurar una mayor estabilidad política con la integración entre los núcleos de poder de carácter regional y el Estado Nacional.

En relación con las estructuras económicas la federalización del país favorecía ampliamente el desarrollo de la iniciativa individual y el papel interventor del Estado en asuntos económicos. Cuando José María Samper hace alusión a los tipos sociales que para la época habitaban el Estado Soberano de Santander, es notorio su interés por destacar las formas particulares de generación de riqueza, formas que generalmente surgieron gracias a la iniciativa individual y no a políticas del rígido Estado Centralista, por que el estaba convencido de que esta era la vía para llegar a la civilización. Esa es precisamente la idea clave en la argumentación de José María Samper[15] que a diferencia de otros sectores del liberalismo planteaba el federalismo, pero para que surgieran las fuerzas espirituales que hacen progresar a los pueblos, las cuales según su criterio eran: “el espíritu y las tradiciones del individualismo, de la libertad y la iniciativa personal”[16]. En realidad Samper, reproducía la estética política de Ancizar, quien también mostró antipatía en su nombrada peregrinación por todas aquellas circunstancias que bloquearan la iniciativa individual, fueran de carácter civil o religioso.

Estas “fuerzas espirituales” no eran propias de la cultura latino-hispánica que conquistó este territorio, si no de los pueblos nórdicos, pueblos que en oposición al mundo latino se caracterizaron por constituir un: “Estado [como] consecuencia, no [como] causa, [como] garantía del de­recho, y no [como] fuente del derecho mismo, [en síntesis] una agregación de fuerzas, y no la fuerza única. De ahí el hábito del cálculo, de la creación y del esfuerzo propio”[17]. Estos atributos contrastan con los que según Samper caracterizan a la cultura latina, la cual en sus palabras: “constituyen la pasión al cálculo, la improvisación a la fría reflexión, la acción de la autoridad y de la masa entera, a la acción individual, al derecho colectivo, que lo absorbe todo, al derecho de todos detallado en cada uno. Así, las razas latinas tienen un poder asombroso para conmover, dirigir y someter a las multitudes y hacer grandes cosas colectivas; pero son incapaces de producir gérmenes locales o parciales de progreso; en tanto que las razas septentrionales, hábiles para crear prodigios individuales, son lentas y zurdas para obrar en masa”[18]

En síntesis Ancizar y Samper lo que pretendían al mostrar las particularidades raciales era liberar la iniciativa particular para regenerar a la sociedad y por ende al Estado al colocar a esta institución política en función de los agentes generadores de riqueza y prosperidad, es decir los particulares. De alguna manera su argumentación era favorable pero para revertir el modelo implementado por los españoles, en que el Estado asfixiaba prácticamente toda posibilidad de existencia de la iniciativa individual. Esa, es la idea que permea la mirada de Ancizar y Samper sobre las condiciones climáticas y socioraciales de los grupos humanos observados en sus periplos exploratorios, tal como se muestra a continuación:

Tabla I: Valoración sociocultural de los blancos

GRUPOS SOCIOCULTURALES
VALORACIONES
VELEÑOS
Noble comprensión del derecho.
Desprendimiento Generoso.
Espiritualismo sincero y elevado.
SOCORRANOS
Atento a los intereses individuales y de la comunidad.
Busca la fortuna por todos los medios honrados.
Es religioso pero no fanático.
BUMANGUESES, GIRONESES Y PIEDECUESTANOS
Revelan una gran tendencia hacia la adquisición de fortuna.
Su independencia está fundada sobre el trabajo
(Fuente: Samper, 1969: 319-325)

Siguiendo la estructura argumentativa de Samper en su texto las cualidades destacadas por el en cada grupo están siempre referidas a la capacidad para generar riqueza a partir del esfuerzo propio (buscar fortuna por todos los medios honrados, independencia fundada en el trabajo, etc.) sin obstruir con ello las reglas de juego pactadas socialmente (noble comprensión del derecho y elevados sentimientos espirituales) para que el esfuerzo de los otros que también asumen la vía del esfuerzo individual para alcanzar la prosperidad, les permitiera lograr sus propósitos. Si bien en este contexto se aclara un poco la relación entre federalismo y civilización, surgen unas consecuencias relacionadas con las imposibilidades de intercomunicación étnica y cultural en los textos de Ancizar y Samper objeto de estas reflexiones.

5.1.1. El blanqueamiento de la nación como camino para llegar a la civilización

El proyecto del blanqueamiento de la nación está presente en las fases previas de la República, cuando Pedro Fermín de Vargas plantea la españolización de los indígenas. Luego durante el período de la llamada Gran Colombia se elevó a categoría constitucional la existencia de una ciudadanía restringida, que evitó que los derechos fundamentales fuesen disfrutados por aquellas etnias que desde la colonia eran excluidas de todo privilegio social o económico. Este proceso de encubrir a través de conceptos políticos ambiguos, tales como pueblo, patria ó ciudadano, los prejuicios étnicos de las castas dominantes durante la colonia, está presente bajo diferente ropaje en textos clásicos, no sólo de pensadores del partido Conservador, si no también del Liberal, como lo refleja el análisis crítico de los discursos de Ancizar y Samper. La estructura lógica de la idea partía del reconocimiento de la superioridad de la raza blanca y cualquier posibilidad de inclusión social debía estar subordinada al proceso mediante el cual todos los demás grupos étnicos debían adquirir sus cualidades, proceso que se haría realidad a través del mestizaje, idea que ambos autores esgrimieron de manera frecuente. El cruce de etnias visto de esta manera no era la antesala a la democracia racial si no a la extinción física de aquellos grupos considerados como inferiores. Los aspectos particulares de este proceso en relación con Ancizar y Samper, en sus respectivas obras es el tema central de la siguiente parte de esta reflexión.

5.1.2. El desconocimiento de los otros

Para Carlos del Valle[19] la comunicación como acto social debe hacer posible el consenso y la comprensión entre los miembros de un grupo social. Sin embargo en las relaciones sociales la alteridad no siempre esta presente en los procesos comunicativos. En el caso que nos ocupa no hubo ni comunicación entre los grupos étnico-culturales y mucho menos alteridad. El hecho de que las elites dominantes hubiesen desconocidos las posibilidades de existencia de aquellos que aparecían ante sus ojos como grupos extraños y que además no se interesaran por comprender sus procesos históricos explica en parte el carácter infra-valorativo que permea todas las consideraciones de Samper sobre los “otros”, es decir los indígenas, los negros y los grupos étnicos provenientes de su mezcla. Llama la atención que, para mantener su dominio socio-cultural o por simple desinterés[20], las elites siempre mostraron aversión hacia estilos de vida diferentes a los suyos provenientes de otras tradiciones culturales. El texto de José María ofrece una visión cruda de esa perspectiva, la cual indudablemente ha afectado negativamente los procesos de identidad nacional, en tanto ha depreciado la auto imagen de los grupos étnicos que a partir de la República han estado convocados a disfrutar de la ciudadanía y a constituir la nación. El siguiente cuadro es una aproximación a las valoraciones expresadas en la obra utilizada para este escrito
:
Tabla 2: Valoración socio-cultural de los negros, indígenas, zambos y mulatos

GRUPOS HUMANOS
VALORACIONES
NEGROS
De este grupo étnico destaca su fortaleza física para todas las labores duras en climas ardientes, la navegación en los ríos que por su gran caudal requerían “remadores o bogas muy fuertes” y de “hábitos brutales”.
Explica su “asombrosa fecundidad” a partir de factores climáticos y el predominio de las facultades físicas sobre las intelectuales y morales.
INDÍGENAS
Semi-salvajes, de raza primitiva, de mirada estúpida, maliciosos, astutos, desconfiados, indolentes, sufridos, fanáticos, supersticiosos en extremo, frugales, ignorantes, idólatras, desconfiados, tímidos, carecen de aptitudes artísticas, poco sinceros.
ZAMBOS
Literalmente afirma Samper que “Del llanero al zambo hay la distancia que media entre el pastor y el batelero, entre el descendiente de Europa y el descendiente de Guinea”, ya que para el es evidente la inferioridad de las grupos étnicos que le dan origen (la negra y la indígena), degradados por el clima se asemejan a una raza de animales en cuyas formas y facultades la humanidad tiene repugnancia en encontrar su imagen o una parte de su ser. Se muestra en toda su fealdad de tres maneras: a bordo del champan o bote, en la playa, bailando el currulao, y en su rancho, a la orilla del río, gozando del dolcissimo far niente del salvaje.
De fisonomía estúpida, impasible y tosca. Al zarpar de un puerto, entonan en voz alta y ronca, formando una algarabía de todos los diablos. Esa algarabía se hacen con advocaciones (denominadas por el como una especie de olla podrida de votos y promesas, recuerdos lúbricos, reniegos infernales, insólitos a los que se quedan en la playa). Sus sentimiento religiosos se confunden con las cosas mas indignas! Se caracteriza por su indolencia libre y salvaje.
MULATOS
Según Samper las características de los mulatos provienen de los blancos y los negros. Llama la atención que las cualidades que destaca en este grupo étnico (galante, poético, valiente, etc.) todas provienen de los blancos y la lista de atributos negativos son explicadas a partir de la influencia de “lo negro” en el. De este grupo el mulato adquiere su resistencia física, aptitudes para los trabajos fuertes, su espíritu novelero, su inconstancia, y su vanidad. Cuando se sienten insultados, despreciados o manejados con dureza se muestran ásperos, insolentes, turbulentos e intratables.
MESTIZOS
Ve como algo inminente la civilización mestiza, destinada a regenerar al mundo. Considera que el éxito del proceso de mestizaje será exitoso si son los europeos los que toman la iniciativa, ya que los elementos predominantes de la nueva raza deben ser latino-caucásicos. De los primeros la nueva raza mestiza podrá adquirir el sentimiento heroico y de los segundos el genio positivista, individualista y emprendedor.
El proceso de cruzamiento entre zambos, mulatos o indo-españoles será de mucho provecho en tanto podrán adquirir las nobles y heroicas cualidades de los blancos.
BLANCOS
Las ideas asociadas al elemento blanco están reflejadas en las valoraciones que hace del socorrano, el veleño y el bumangués. Sobre ella reposa la fusión con los restantes, la cual ve como un proceso lento pero infalible y en todo caso feliz, porque que la raza blanca según su criterio es la más absorbente, la que predomina por su inteligencia y facultades morales”
(Fuente: Samper, 1969: 33-103)

4.1.3. Etnia y condición social: el lado oscuro de la propuesta identitaria

Las valoraciones de Ancizar y Samper pueden ser entendidas como una prolongación de las ideas coloniales sobre aquellos grupos étnicos que a partir del siglo XVIII comienzan a representar, debido a su expansión demográfica, una amenaza a las ventajas y privilegios de las castas blancas diseminadas a lo largo del territorio nacional. Este tipo de prejuicios van a retardar de manera significativa el pleno disfrute de las libertades y derechos prometidos para todos durante el proceso de independencia. Los textos constitucionales de 1821 y 1832, por ejemplo restringieron su acceso a la ciudadanía.

Tabla 3: Requisitos para ejercer el derecho al voto
Constitución de 1821
Constitución de 1832
Supieran leer y escribir, fueran propietarios de alguna propiedad raíz, ejercieran un empleo, fueran usufructuarios de bienes, ejercitaran la docencia, profesaran alguna ciencia, o tuvieran un grado científico, desempeñaran algún oficio, profesión, comercio, o industria útil con casa o taller abierto sin dependencia de otro, en clase de jornalero o sirviente.
Supieran leer y escribir, tuvieran una subsistencia asegurada, sin sujeción a otro en calidad de sirviente doméstico, o de jornalero.
(Fuente: Constituciones Políticas de 1821: Artículo 21 y 1832: Artículo 8)

Las restricciones constitucionales para acceder a la ciudadanía representan en este proceso la continuidad de las estructuras excluyentes vigentes durante el periodo colonial. Es necesario recordar que durante la dominación española el acceso a la educación era algo restringido. Los estudiantes de una cátedra o de un colegio universitario provenían de un hogar en que el padre era militar, alcalde, miembro del cabildo, escribano o comerciante y también enviaban a sus hijos a estudiar aquellos padres interesados en que sus hijos pudieran desempeñarse dentro de la burocracia estatal. Estos progenitores estaban dedicados a actividades agrícolas, labradores, encomenderos y hacendados, plateros y boticarios[21] los cuales podían aspirar a que sus hijos se formaran en un claustro educativo porque las leyes de Indias establecían que podían ser admitidos los “descendientes de los primeros descubridores, pacificadores y pobladores de aquellas provincias”[22], esta norma estaba dirigida a los españoles nacidos en América que pudieran demostrar la pureza de su linaje. De tal manera que los indios, los negros y los mulatos eran los sectores sociales afectados, en tanto nunca fueron incluidos en el sistema educativo y por supuesto nunca accedieron a la propiedad en las dimensiones estipuladas por los textos constitucionales. En el caso de los indígenas por que las leyes de indias establecieron el carácter realengo y comunitario de sus territorios y en el caso de los negros, mulatos y zambos, por que el acceso a la propiedad era una utopía para ellos, ya que en el mejor de los casos solo podían aspirar a ser arrendatarios[23]. En el caso de la población negra, la posición asumida por la mayoría de los grandes hacendados o mineros bloqueó de manera sistemática la abolición de la esclavitud durante la primera mitad del siglo XIX, solo cedieron cuando son indemnizados por el Estado en 1852[24], lo cual refleja la forma en que socialmente eran asumidos: El esclavo no era considerado como una persona, si no como un instrumento para generar riqueza y los indígenas eran percibidos como :“ seres naturales a los que le faltaba, el carácter especifico de lo humano”[25].

Tanto Manuel Ancizar, como José María Samper, crecieron en un ambiente social e intelectual en que ese tipo de valoraciones eran aceptadas, por ello usa de manera reiterada expresiones que reflejan los prejuicios no solo contra los indígenas, si no que también lo hace contra el negro, el zambo o el mulato a parir de lo que hace (boga, extractor de metales, remero, etc.) pero no de lo que es, ya que se le niega su condición de persona. En el imaginario inicial, está pues implícita la idea según la cual el elemento blanco representa lo noble y lo sublime y todos los demás grupos no poseen ningún atributo, si no que física, moral e intelectualmente representan estadios primitivos de la evolución humana, en la que los instintos naturales gobiernan los atributos de los seres civilizados. Idea típica de las concepciones socioculturales de la época, la cuales afirmaban de manera categórica dos aspectos, los cuales según C. Levi-Strauss, citado por Margarita Serje[26] eran: “la historia humana parte de un mismo origen y converge en un mismo designio y esta evolución está determinada por el clima”. Estas ideas hacían parte del acervo intelectual de nuestra elite : Francisco José de Caldas, Diego Martín Tanco, Francisco J. Vergara y Velasco y Manuel Ancizar, entre otros estaban convencidos de que Humboldt, al igual que Montesquieu, tenían razón al manifestar que: “el clima, la configuración del suelo, la fisonomía de la vida vegetal, el aspecto de la naturaleza [...] influyen en el progreso de las artes y el estilo que distingue sus producciones [...] para conocer bien el origen de las artes, es necesario estudiar los accidentes del lugar que las ha visto nacer”[27].

Como el territorio nacional, no propiciaba las mismas condiciones climáticas de Europa, se optó por concebir el clima de la montaña como el apropiado para el desarrollo de la civilización y el de las tierras bajas como un obstáculo para la superación de las precarias condiciones evolutivas de sus pobladores. Esta idea explica en parte las razones implícitas que condicionaron la mirada sobre la realidad observada, ya que la distribución de los grupos étnicos obedecía a ciertos patrones territoriales, por ello en el caso de Samper, lo socorrano, lo sangileño o lo veleño - poblaciones todas ubicadas sobre territorio montañoso y con unas condiciones climáticas bastante moderadas - representan de manera autentica la forma de ser del santandereano, mientras que los mulatos o los zambos son descritos como los habitantes de las tierras bajas en unos casos o ribereños en otros y sus valoraciones reflejan los estereotipos tomados de Europa sobre los pobladores de esos territorios y que se describen detalladamente en los cuadros sobre grupos humanos. De tal manera que cuando Ancizar y Samper escriben sobre los tipos humanos, no incluyen dentro de esa tipología a los negros e indios o los grupos provenientes de su mezcla. Este hecho se ha perpetuado en la actual representación evidenciando de esta manera que no ha sido pensado en función de una identidad basada en la pluralidad.

Los aspectos descritos permiten entender el desinterés de Ancizar y Samper por enmarcar sus valoraciones dentro de un contexto que les diera un sentido autentico, esto es reconociendo el contexto histórico-cultural en que estas se configuraron y la lógica interna de sentido que comunicaba, es decir la visón de mundo que transmitían los gestos y las acciones observadas[28]. Manuel Ancizar y José María Samper inauguran así, un camino que luego recorrerán otros autores. En uno de ellos, Luís López de Mesa, será evidente la continuidad de los elementos básicos planteados por Ancizar y Samper, desarrollada en otro contexto, pero construida también sobre prejuicios raciales.[29]




6. CONCLUSIONES

En su largo proceso de configuración la representación intelectual elaborada por miembros del partido liberal, sobre los habitantes del Departamento de Santander muestra como los procesos de representación de los otros, han estado permeados por estereotipos etnocéntricos y racialmente excluyentes. Si se tiene en cuenta que una representación describe la forma en que un grupo concibe a otro, se debe reconocer que la santendereanidad se ha estructurado a partir ideas que excluyen la pluralidad y el reconocimiento de la diferencia, en tanto no ha tenido en cuenta los valores de las tradiciones culturales presentes en la región objeto de este análisis. En el caso de la santandereanidad es evidente que no se tuvo en cuenta el anterior criterio, debido especialmente a que esta representación:

· La noción de raza de acuerdo con los textos consultados fue definida por Ancizar y Samper calcando criterios eurocentricos. Ello explica por que las ideas de raza adoptadas en Europa se encuentran presentes en las obras usadas para esta ponencia. Llama la atención como a partir de dichos supuestos se construyen proyectos identitarios los cuales se plantean en función del predominio de un grupos obre los demas.

· Debido a que su génesis social hunde sus raíces en momentos particulares en que la raza era un concepto determinista, la Santanderenidad ha sido elaborada de manera excluyente en tanto restringe su membresía a una parte selecta de la población. Resulta claro que este tipo de discursos al plantear una escala ideal de valores y de pautas de comportamiento está dejando por fuera formas particulares del resto de los grupos étnicos y culturales que históricamente se han desarrollado en este departamento. Como propuesta para definir la identidad cultural de los habitantes del departamento, este imaginario se ha construido de espaldas a estilos de vida, diferentes de los de la elite dominante, procedentes de tradiciones culturales diferentes, pero no por ello inferiores.

· Se ha construido a partir de la incomprensión de los procesos históricos que han configurado las diferencias entre un grupo étnico y otro. Ello es notorio en los autores examinados, ya que nunca se cuestionan por el origen espacio-temporal de las condiciones físicas, morales o intelectuales cuestionadas en unos grupos e hipervaloradas en otros. No es prioritario para estos autores entender los procesos de destrucción de las cosmovisiones de los negros e indígenas y la imposición de patrones culturales ajenos a ellos, que de manera categórica interrumpieron sus procesos de desarrollo cultural.


· Se ha construido a partir de miradas etnocéntricas y ahistóricas. Ejemplo de ello es que el imaginario ha reforzado la idea del santandereano como un ser individualista sin reflexionar sobre los condicionamientos generados por el desarrollo técnico productivo del Departamento. El imaginario ha perpetuado la ideal del santandereano como un ser guerrero, sin reconocer que históricamente la reacción armada es una de las vías posibles cuando se intenta producir bienes o servicios en un medio natural hostil y limitado y además aislado de los puntos de venta y consumo de mercancías. El imaginario ha difundido la idea del santandereano como un ser austero, sin mostrar interés por responder si la vida moderada es un mecanismo de adaptación a unas condiciones de producción y comercialización bastante adversas.

· Ha sido una construcción impulsada desde la elite para configurar un proyecto de Estado-Nación marcado por la aspiración a la singularidad y no al reconocimiento de la pluralidad étnica y cultural. Como consecuencia de ello ha reflejado desde sus orígenes ideas estereotipadas de las elites dominantes y no formas autenticas de ser de los diversos grupos étnicos y culturales que históricamente se han desarrollado en este departamento.






























6. BIBLIOHEMEROGRAFÍA

6.1. FUENTE PRIMARÍA

Ancizar, Manuel. Peregrinación de Alpha. Fondo Bibliográfico del Banco Popular. Bogotá. 1984.
Arias, Juan de Dios (1954). Estampas Santandereanas. Imprenta Departamental. Bucaramanga.
Republica de Colombia. Constitución de 1821
Republica de Colombia. Constitución de 1832
Samper, José María (1969). Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las republicas colombianas. Biblioteca Popular de Cultura Colombiana. Bogotá.
Textos virtuales sobre la esclavitud publicados por el Archivo General de la Nación: www.archivogeneral.gov.co/versión2/htm/esclavitud/textos.htm
Vargas Osorio, Tomás (2001). Santander Alma y Paisaje. Editorial UNAB. Bucaramanga.


6.2. FUENTE SECUNDARIA

Bagley, Bruce Michael y Silva Lujan, Gabriel (1989). “De cómo se ha formado la nación colombiana: Una lectura política”. Estudios Sociales. N° 4. Medellín.
Colciencias (1993). Historia Social de la Ciencia en Colombia. Tomos III, VI, VII, VIII, IX. Bogotá.
Del Valle Rojas, Carlos. (2005) Mediacentrismo e invisiblización de lo étnico como objeto de estudio: Una genealogía critica de la comunicación intercultural. En: Revista Signo y Pensamiento. Dpto. de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá.
FAES (1982). Los estudios regionales en Colombia: El caso Antioqueño. Fondo Rotatorio de Publicaciones FAES. Medellín.
Friedemann, Ninna de (1998). “Fiesta e Identidad”. González Pérez, Marcos. Fiesta y Nación en Colombia. Cooperativa Editorial Magisterio – Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Bogotá.
Helg, Aline (1987). La educación en Colombia. Una Historia Social, económica y política. Fondo Editorial CEREC. Bogotá.
Mayer, Hans (1982). Historia Maldita de la literatura. Taurus Ediciones. Madrid.
Obregón, Diana (1992). Sociedades Científicas en Colombia: La invención de una tradición, 1859-1936. Colección Bibliográfica Banco de la República. Bogotá.
Roselli, Humberto (1968). Historia de la Psiquiatría en Colombia. Tomo I. Bogotá.
Serje de la Ossa, Margarita (2005). El revés de la nación: Territorios Salvajes, fronteras y tierras de nadie. Ediciones Uniandes. Bogotá.
Serrano, Enrique (2001). La marca de España. Seix Barral. Bogotá.
Silva, Renán (1989). “La educación en Colombia, 1880-1930”. NHC. Tomo IV. Bogotá.
[1] Serje, Margarita. El revés de la nación. Ediciones Uniandes, 2005, p.64.

[3] La noción de representación será entendida como un punto de intersección y encuentro entre las formas como un grupo social, en este caso miembros de la elite liberal, describieron a otros grupos sociales, durante la segunda mitad del siglo XIX. De la misma manera en que Chartier, vinculó el tema de las representaciones con las interacciones entre los que controlan el poder institucional y las colectividades e individuos, el presente texto acepta sus ideas asociadas al concepto de estrategias simbólicas, concebidas como el conjunto de factores que determinan “posiciones y relaciones y que construyen para cada clase, grupo o medio un ser-percibido constitutivo de su identidad”

[4] Konning, Hans- Hoachin. En el camino hacia la nación Bogota. Banco de la Republica 1989.
[5] Montesquieu, Charles Louis de Secondat. De las leyes en relación con la naturaleza del clima. En: El espíritu de las leyes. Altaya. Barcelona. 1993, p. 163.
[6] Droin, Jean Marc (1993) citado por SERJE, Margarita. Op cit p. 64.
[7] Ancizar, Manuel. Peregrinación de Alpha. Fondo Banco Popular. Bogotá. 1984, p. 100.
[8] Todas las valoraciones fueron tomadas de SAMPER, José Maria. Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las republicas colombianas. Biblioteca Popular de Cultura Colombiana. Bogotá. 1969.
[9] Es importante tener en cuenta que una de las características del imaginario ha sido el sentido vertical de su construcción. La santandereanidad como representación cultural aparece como resultado de la iniciativa de algunos miembros de la elite nacional que han logrado captar unas singularidades de algunos comerciantes y hacendados y no sólo las han generalizado para todos los habitantes del departamento, si no que también las han perpetuado en el tiempo.
[10] Vargas Osorio, Tomas. Santander, alma y paisaje. Editorial UNAB, Bucaramanga 2001, p. 64.
[11] Arias, Juan de Dios. Estampas Santandereanas. Imprenta Departamental. Bucaramanga.1954, p. 18
[12] en El revés de la nación: Territorios salvajes, fronteras y tierras de nadie, Margarita Serje habla de “Los políticos-geógrafos”, dando a entender que durante el siglo XIX, los imaginarios territoriales y antropológicos estuvieron subordinados a la fundación de la idea de nación.
[13] Serrano, Enrique. La marca de España. Seix Barral. Bogotá. 200, p.181
[14] Restrepo, Olga. La comisión corográfica: La aventura del saber. En: Historia Social de la Ciencia en Colombia. Tomo III. 1993, p.160
[15] Samper, José Maria. Ensayo sobre las revoluciones políticas y la condición social de las republicas colombianas. Biblioteca Popular de Cultura Colombiana. Bogotá. 1969, p. 36.
[16] Samper, op cit, p. 35
[17] Samper, op cit, p. 36
[18] Ibíd. P, 36
[19] Del Valle Rojas, Carlos. Mediacentrismo e invisiblización de lo étnico como objeto de estudio: Una genealogía critica de la comunicación intercultural. En: Revista Signo y Pensamiento. Dpto. de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. 2005, p. 53.
[20] Desinterés que a su vez era producto de concepciones etnocéntricas debido a que los procesos de conquista y colonización llevaron a la elite dominante a organizar su vida social a partir de unas formas de existencia separada del resto de los otros grupos sociales.
[21] Silva, Renán .“La educación en Colombia, 1880-1930”. En : Nueva Historia de Colombia. Tomo IV. Bogotá. 1992, p. 209.
[22] Ibid. p, 200
[23] Véanse al respecto los estudios de Mayorga, Fernando (2002). “La propiedad de tierras durante la colonia”. Revista Credencial Historia. N 149. Bogotá. Kalmanovitz, Salomón (1994). Economía y Nación, p. 60-63 y Tirado Mejía, Álvaro (1972). Introducción a la Historia Económica de Colombia. p. 60.
[24] Archivo General de la Nación. Fondo Esclavitud. Textos. 1852 (Documento Virtual)
[25] Serje, Op Cit, p.19
[26] Ibíd. p. 66
[27] Ibíd. p, 19.
[28] Nina Friedemann, describe por ejemplo, la forma como, para los negros, el tambor era un puente de comunicación entre ellos y sus prácticas ancestrales; mientras que para los blancos era un instrumento para evocar espíritus, prejuicio que justificaba la persecución de este instrumento de percusión en tanto era asumido como un obstáculo para la evangelización del afroamericano. Este y otros casos en los cuales la apreciación sociocultural es asumida con significados diferentes se pueden apreciar en la obra de González Pérez, Marcos (1998). Fiesta y Nación en Colombia. Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

[29] Luís López de Mesa, escribe su obra en un momento en que la elite nacional, ante los sucesos ocurridos durante y después de la Primera Guerra Mundial, conflicto en que Europa se vio envuelta entre 1914 y 1918. El hecho de que este enfrentamiento bélico se hubiese dado en Europa y que se hubiese caracterizado por acciones propias de pueblos bárbaros y no de los portadores del progreso, la razón y la civilización, generó en la elite nacional un sentimiento ambivalente, en tanto su declarada admiración por la cultura del viejo continente, comenzó a ser acompañada por una sensación de frustración, precisamente por los sinsentidos que se desplegaron en el teatro de operaciones. La elite nacional ante este deplorable panorama se repliega sobre si misma fijando la mirada en el país y la problemática de aquellos sectores sociales que lo habitaban[29]. Esta coyuntura favoreció una lectura de la realidad nacional, en esta ocasión a la luz de los postulados raciales derivados de la aplicación de las teorías darwinistas a la vida social. De acuerdo con la mirada de los intelectuales de la elite nacional y particularmente del medico Conservador de origen Boyacense Miguel Jiménez López, el país en general era un sitio con una situación que se tornaba amenazante por que según él “las masas” eran [...] incultas y peligrosas [...] la situación del país era un problema de decadencia racial y apoyaba su idea en la alta criminalidad, el aumento de la locura, de los casos de suicidio, el alcoholismo y la sífilis”.[29] Este tipo de planteamientos comunes en esa época, explican en parte el contexto intelectual en que el Luís López de Mesa escribió su obra, la cual aunque refleja ideas estereotipadas de su clase social, es un intento por contrarrestar las teorías de algunos intelectuales nacionales que sostenían la idea de una degeneración de los habitantes del país debido entre otros factores al clima y a los efectos del mestizaje.

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